Al miedo:

Hemos convertido en guerra lo que tenía que ser paz.
Insistes en quedarte y yo
no te quiero dejar.

Llegas en las noches a abrazar mi soledad.
Me hablas al oído con ganas de jugar
pero mi corazón no tiene tiempo ya.

No tengas pena de irte,
no te olvido si no estás.
Te recuerdo en un suspiro
y de nuevo a mi compañía vendrás.

No quieras enredarme más,
no me quieras arrastrar
al vacío de lo oscuro
que yo ya he estado allá.

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SALMA

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Salma convive con la soledad de una herida que le da miedo cerrar.
Vive justo ahí, en la profundidad del misterio de encontrar la libertad que la ha hecho soñar.

Salma no se niega al respirar un poquito de melancolía y un trago de amarga realidad. Baila seducida por el engaño de que un mejor mañana vendrá.

Salma tiene el coraje de decirme que luchará, que se vestirá de valentía y que con elegancia asumirá la responsabilidad de amar.

¡Salma, te creo! porque he visto en tus ojos los sueños de una mujer que atravesó sus miedos para poder volar.

Verano en metro

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Caen las gotas de sudor,
la sensualidad no es para estos días.
chocan los hombros,
vamos con tanta prisa.

Ni siquiera me miras,
son las pobrezas que caminan,
cabezas caídas,
sueños que no encuentran aún salida.

Nos preocupa poco conocer al otro.
Miramos sin ningún sentido,
hacia las historias que hemos construido.

No era lo que habías imaginado,
no salta el corazón como contaron,
vas por un camino,
en el que pocos son amigos y muchos son extraños.

Levantas la mirada,
sueltas los brazos,
es la tercera vez que nos encontramos,
pero en la siguiente estación otro tomará tu mano.